El destino disfrazado de mi amigo Pablo, puso a Alberto Caselles en mi camino, en el momento mas duro de mi vida.
Lo primero que compartimos fueron LÁGRIMAS, de ésas que unen para siempre. Tras las lágrimas, descubrí a una persona especial, a las que yo llamo, diferentes.
Alberto me abrió sin reservas la puerta a Esperanza Bipolar y al mismo tiempo, a su forma de entender la vida.
Crucé esa puerta,  sin reservas y desde aquel día, mi vida ya no ha vuelto a ser la que era. Me sucedió lo mismo que les sucede a la mayoría de personas que acuden a la Asociación. No comparto el diagnóstico del Trastorno Afectivo Bipolar. Pertenezco al mundo de los «normales», pero rara vez he encontrado mi sitio entre ellos, ¿por qué será?
Soy testigo de la increíble transformación de las personas que han encontrado en Esperanza Bipolar, un lugar en el que hablar, reír o llorar, sin miedo, sin juicios, desde la libertad. Un lugar en el que poder dar y recibir sin miedo, un oasis de generosidad extrema.
He descubierto la vida despues del diagnóstico y me indigna lo que veo. Hay tantas cosas mal hechas y tan poco interés en que cambien…
Desde estas lineas, GRACIAS por acogerme. Nunca podré devolveros, todo lo que me habéis dado.
Este Proyecto, que es parte de ti, Alberto, debe continuar y mi humilde apoyo, lo tendréis SIEMPRE.

Esther González

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