Ayer trasladé el taller de Eutokia al Auzo Factory para continuar con la actividad del año pasado. Nos reunimos diez personas y seguimos jugando en serio.

Lo que más me sorprende de la experiencia es que cada día veo a la mayoría un poco mejor. Ellos mismos lo comentan y suele llegar el momento en el que dejan de venir. Hace poco, un buen amigo me dijo que no iba a volver porque no tenía tiempo. Estudia y trabaja. Cuando le conocí había sufrido un brote psicótico de primera división. En dos años se ha recuperado.

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